domingo, 6 de octubre de 2013

África 2.0: solidaridad con 140 caracteres




Autor de esta entrada: Carlos Bajo Erro, autor, junto a Antoni Castel, de "Redes sociales para el cambio en África". Es presenta aquest dimarts, 8 d’octubre, a les 19 h. a Llibreria Altaïr, Gran Via de les Corts Catalanes, 616, BCN.

Los mundos de la comunicación y de la cooperación se encuentran en el limbo de una crisis de modelo. Una de ésas en la que toca replantearse las bases, reinventarse desde el origen, de las que no admiten medias tintas, de las que sólo terminan con un renacimiento o una desaparición. Este bache coincide con un cambio en el concepto social de implicación o compromiso que oscila entre la pertenencia tradicional (asociarse y pagar una cuota) y el  mecenazgo puntual (como el crowdfunding).

Esta situación es terreno abonado para nuevas experiencias, experimentos y ensayos, que pueden cuajar o no, pero que, al menos, abren nuevas vías. En muchos lugares están acostumbrados a hacer de la necesidad, virtud. Mientras en Occidente mirábamos hacia el Sur con desdén y construíamos un decorado en el que los africanos nos necesitaban porque eran incapaces de organizarse y generar una sociedad civil crítica, los africanos experimentaban y aprendían por sí mismos. Cada vez hay más experiencias que trenzan, unen y funden comunicación y cooperación, que usan las redes sociales y las herramientas de la web 2.0 como instrumentos de un modelo de solidaridad ciudadana directa, que no precisa de ninguna institución ni organización europea ni norteamericana para ponerse en marcha.  Dos buenos ejemplos son Costa de Marfil y Senegal. Las redes sociales han sido las herramientas para favorecer la organización, la movilización o la participación social y política.

En Costa de Marfil, los resultados de las elecciones presidenciales de 2010 provocaron una grave crisis, y fueron la causa de una ola de violencia. La población intentó desmarcarse de esa violencia a través de las redes sociales. Los Blogueros y twiteros marfileños pusieron en marcha el hashtag #CIV2010 con el apoyo de la ONG Akendewa. Generaron un hilo de comunicación libre y popular que permitió informarse sobre lo que ocurría en el país, en un momento de gran confusión. El segundo paso fue #CivSocial. Una actualización de la filosofía de la ayuda mutua, muy arraigada en la población, pero modificando el canal que se usaba. A través del hashtag se pedía un medio de transporte para un herido cuando las ambulancias no daban abasto y surgía un voluntario que disponía de un coche, o se alertaba de la necesidad de un tipo de sangre y aparecían donantes. 

Después de la crisis postelectoral, la dinámica se reprodujo con #DramePlateau. Fue la respuesta de los ciberactivistas a un incidente en la última noche de 2012 en un estadio de Abidjan. Una avalancha provocó al menos 60 muertos. #DramePlateau se utilizó para recoger las primeras informaciones, criticar el silencio y la lentitud de los medios convencionales, exigir una investigación y la depuración de responsabilidades, denunciar la tardanza de las asistencias sanitarias, trasladar las condolencias a las familias de las víctimas y difundir las medidas del gobierno e, incluso, para ayudar en la búsqueda de desaparecidos. Más recientemente se está utilizando #CivRoute como mecanismo de alerta acerca del tráfico, sobre todo en la ciudad de Abidjan. Los usuarios se avisan así de embotellamientos, accidentes que dificultan la circulación o cualquier otra incidencia que afecte al tránsito.

En Senegal el proceso se ha desarrollado de una manera similar. Durante las elecciones presidenciales del 2012, la asociación de blogueros del país creó la plataforma Sunu2012 y lanzó el hashtag #sunu2012. La etiqueta se convirtió en un hilo de información sobre un tenso y turbulento período preelectoral, primero, y en un sistema de vigilancia tanto del voto, como de los resultados de los comicios, después. El éxito superó las previsiones, en términos de seguimiento (incluso los medios internacionales optaron por twittear utilizando el hashtag), de resultados (fueron una fuente de información fundamental en el recuento de votos), y de repercusión (su iniciativa consiguió protagonismo por sí misma). Fue la victoria de una iniciativa modesta y popular. Una prueba de cómo, en este ámbito, la iniciativa de un grupo de amigos surgida en torno a la mesa de una cafetería puede ser más poderosa que un plan diseñado en los despachos de las más altas instituciones. No siempre los recursos económicos son lo más importante. El compromiso, la creatividad y el sentido de la oportunidad pueden ser la clave. El éxito de #sunu2012 era la victoria de la esperanza de que las redes sociales pueden ayudar a que los ciudadanos transformen la sociedad.

Al #sunu2012 le siguió SunuCause. Su ideólogo Cheikh Fall / @cypher007  explica el sentido de este proyecto a través de su blog: “busca inscribirse en una dinámica de solidaridad emergente, en torno a los internautas senegaleses” y  pretende “poner en marcha iniciativas de apoyo a obras sociales o para plantar cara a situaciones sociales difíciles”. Tras un estreno tímido, SunuCause mostró su potencial con las fuertes inundaciones de agosto de 2012 que provocaron serios daños, especialmente en Dakar. Las herramientas virtuales se usaron para recoger fondos, reclamar la actuación de la administración, colaborar en el realojamiento de los damnificados, y en el reparto de los bienes de primera necesidad. Las acciones de los “miembros” de SunuCause movilizaron a la diáspora y permitieron vehicular la solidaridad ciudadana. Y esa movilización por las inundaciones se fue reproduciendo en campañas posteriores.

Solidarité africaine 2.0. El apoyo mutuo se funde con el propio proceso comunicativo gracias al uso de las TIC. Es la voluntad de participación social la que hilvana los dos procesos que acaban convirtiéndose en uno solo. La propia comunicación se convierte en solidaridad, el afán de ayudar se traduce en comunicación, y todo ello a través de las redes sociales y las herramientas de la web 2.0.

Dos cosas quedan claras. Que el compromiso, la pertenencia, no dependen de un carnet de socio o del pago de una cuota a una entidad, sino de la voluntad de participar ante un reto puntual. Y que las crisis pueden hacer emerger una cibermilitancia madura. Los recién nacidos cibermilitantes se hacen conscientes del poder de las TIC y de su capacidad de participar en la sociedad a través de esas herramientas con las que sienten más cómodos. La conciencia de ayuda mutua, bien arraigada en la cultura africana, hace todo lo demás. ¿Ya no nos necesitan, o quizás debemos aprender?