El país del miedo de Isaac Rosa.
No lo digo (solo) yo. Lo dicen los editores.
Isaac Rosa, como Belén Gopegui, escriben sobre la necesidad de escribir, de contar, de otra manera. Esta novela es una guía, un manual, un detallado catálogo de todos los relatos sobre/para el miedo que habría que deconstruir.
“Su miedo es selectivo, claro. No le asustan todos los extranjeros, ni siquiera todos los extranjeros pobres, desesperados o resentidos. Le dan miedo sobre todo algunos colectivos. Por ejemplo, los magrebíes. (...) Un miedo cultural, que se origina en relatos viejos y se agranda con relatos nuevos, desde las descripciones aterrorizadas que los presentaban como bestias sangrientas en las luchas coloniales o en nuestra guerra civil (...) hasta las actuales pandillas de niños abandonados y adictos al pegamento, pasando, por supuesto, por la invariable deshumanización que comparten con el resto de africanos y que no les deja más que la posibilidad de ser verdugos brutales o víctimas sacrificables, presentados una y otra vez en los medios de comunicación como masa inculta y fanatizada que administra su propia justicia grupal linchando, mutilando y colgando cadáveres en la plaza (...)
En esa construcción negativa incluiríamos a los negros africanos, por supuesto: tras siglos de animalización, cada vez que vemos un negro -un negro pobre, se entiende- estamos viendo esclavos, caníbales, porteadores, taparrabos, moscas, lanzas, simios, pies descalzos, mugre, el corazón de las tinieblas, hambre, dientes grandes y blancos, barrigas hinchadas, plátanos, chozas y leones; o más recientemente, machetazos rwandeses, niños soldados, manos cortadas y monjas violadas, como para salir corriendo cuando nos crucemos con uno de ellos, después de tantos cuentos infantiles, películas y noticieros que han levantado la imagen común del africano como un salvaje. Por si fuera poco, también desde discursos bienintencionados han contribuido a levantar esa imagen aterradora, cuando para denunciar la desigualdad y la pobreza mundiales se profetizaban futuros ejércitos de desarrapados avanzando sobre nuestros países, miserables que un día echarían a andar y no se detendrían ante nada, de forma que lo que pretendía sacudirnos las conciencias acaba también por atemorizarlas (...)."
Y para darle la razón esta semana hemos tenido a Moszy, el africano albino. La noti de El Mundo:
"Moszy teme literalmente que lo descuarticen y se lo coman. Según explica, se hacen auténticas barbaridades con el cuerpo de los albinos: los dedos son utilizados como amuletos y con su sangre se elabora el 'muti', una bebida que preparan los brujos locales con la creencia de que trae fortuna”.
¿Qué diferencia hay entre descuartizar a Moszy de esa manera... y hacerlo mediáticamente? ¿quienes son más brujos?
Trabajar cansa es el blog/columna de Isaac Rosa en El público. Y un libro de poemas de Cesare Pavese.
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