“Cuando los piratas se nos escapan... por culpa de la ley”. Así titulaba su reportaje central El País, el pasado 4 de agosto. “SE NOS ESCAPAN”. ¿A quién? ¿Somos los herederos de Lord Cutler Beckett y de su Compañía Británica de las Indias Orientales?
Lo somos. Solo por eso y porque muchos periodistas han encontrado en los mares una manera de “jugar a la guerra”, ya sea en versión lanchas de Greenpeace o parafernalia Allied Protector, se puede entender la cobertura internacional que se está haciendo del conflicto en el Golfo de Adén. Los “piratas” somalíes se han convertido en la justificación de un increíble despliegue militar-periodístico, injustificado si nos atenemos a los números del 2008: 36 asaltos con éxito, de 92, entre 20.000 buques.
¿Había tema y enemigo para llenar páginas en agosto? No, pero... ¿y qué?
Hace un par de meses que apenas tenemos noticias de secuestros de buques en las aguas próximas a Somalia. No nos llevemos a engaño. El brusco descenso de la piratería -dos secuestros desde junio, frente a los 29 de los primeros cinco meses del año- se debe a que el fuerte oleaje causado por el monzón del suroeste pone en peligro las frágiles embarcaciones piratas.
Si la generalización del uso del término “pirata” ya es cuestionable, en este caso la espectacularización y ficcionalización del conflicto se adereza con otros adjetivos (maleantes, bucaneros, bandidos, bases pirata) y una narración pseudomilitar: “La escena más parecida a una batalla naval la protagonizó la fragata india INS Tabar, que en noviembre hundió a cañonazos un buque pesquero tailandés después de avistar piratas armados a bordo”.
Se nota que el tío disfruta, pero igual hubiera sido mejor que se hubiera conformado con dirigir los ejércitos de clicks de Famobil, como hemos hecho los demás.
Dos páginas enteritas del diario, reportaje central, dedicado a explicar cómo podemos coger a los piratas, cómo y dónde juzgarlos...Sólo se le escapa una frase de contexto (esta ruta marítima crucial por la que transita el 20% del comercio mundial) y un párrafo (al final) que parece querer ser un análisis de las causas del conflicto, y que hace el abogado de un somalí:
Los somalíes no conocen la paz desde hace 19 años, la sequía es crónica y la violencia hace casi imposible la actuación de ONG y agencias que distribuyen alimentos, de las que depende más de la mitad de la población. Muchos creen que si Occidente no hubiera dejado incubar el caos en Somalia, ahora mismo no tendrían el problema de la piratería. Los pesqueros extranjeros han vaciado durante años los caladeros somalíes aprovechando el desorden del país.
Os invito a leer los comentarios a la noticia de algunos lectores ( los de El País, no me quiero imaginar los de La Razón), completamente imbuidos de la lógica guerrera y muy ilustrativos: "nada de juzgarlos para luego soltarlos y que sigan con las mismas atrocidades; un buen pepinazo y fuera", "no hay que juzgarlos, hay que hundirlos y punto”, "Yo también estoy cansado de oír siempre que la culpa de la situación en África la tiene "el primer mundo". Señores, que llevamos ya como especie al menos 50 mil años, no se puede estar mencionando toda la vida el colonialismo de los siglos XIX-XX como excusa; precisamente porque, según mi opinión, si hay algo de civilización por allí precisamente es debido a esa época... África ha sido un lastre, lo es ahora, y lo será mañana y dentro de 500 años".
Si alguien quiere hacer periodismo responsable, existen fuentes fiables en España y aunque algunos no lo crean, hasta agencias de noticias somalíes. Periodistas como Mohamed Abshir Waldo o Johann Hari han dado versiones alternativas de los hechos, y las ONG Oceana o Human Rights Watch pueden ayudar a un análisis complementario de las causas. Instituciones como el Real Instituto Elcano no puede ser más claras:
Según datos de la FAO para 2007, faenan ilegalmente en Somalia unos 700 buques extranjeros, con lo que disminuyen progresivamente las descargas locales de la pesca artesanal. La presencia masiva de estos buques que faenan de forma ilegal e incontrolada se apoyó en un sistema de licencias y de protección armada a cargo de los señores de la guerra que coadyuvó al auge de la piratería. La UE se ha comprometido a apoyar el desarrollo pesquero en la zona y a luchar contra la pesca ilegal pero hasta ahora no ha podido desplegar el sistema de supervisión que emplea en sus nuevos acuerdos de asociación pesquera. En realidad, la UE no ha podido cerrar ningún acuerdo pesquero con Somalia, por lo que pesca europea en la zona se ha realizado mediante acuerdos bilaterales –ilegales desde la competencia comunitaria y somalí- o directamente sin acuerdo, con lo que algunos grupos conservacionistas estiman una perdida de ingresos en torno a 94 millones de dólares anuales.
Y claro está que, si entramos en la lógica Walt Disney para explicar los conflictos internacionales, entonces seamos consecuentes y hablemos de piratas y de corsarios, como pide el Observatori del Deute...
Si a los somalíes entregados al arte del secuestro se les llama piratas, a estos actores invisibles se les podría llamar corsarios. Corsario es quien piratea pero con el apoyo claro de su gobierno por algún tipo de patente de corso. Me refiero a los pesqueros europeos, y en particular a los españoles, líderes mundiales en pesca ilegal industrial.
Otro elemento que mejoraría el tratamiento informativo sería cruzar las propias informaciones, entre compañeros: no hacía ni una semana que se había elaborado otro reportaje con el título ¿Renunciamos al pescado de los mares?, y hubiera estado bien descubrir que detrás de esta visión guerrera está nuestra necesidad de pescado sano y además barato.
Y no hay mejor cierre para este antipost que uno ya escrito por Frei Betto:
En el siglo 4 a. de C. un pirata fue llevado preso a la presencia de Alejandro Magno, quien le preguntó si quería convertirse en señor de los mares. El hombre respondió cuál era su intención: “Lo mismo que usted, haciéndose señor de las tierras; pero como mi barco es pequeño soy llamado ladrón; mientras que usted, que comanda una gran flota, es llamado emperador”.
Pues eso: piratas sólo los de Jack Sparrow, y guerras sólo las de los Clicks.
Lo somos. Solo por eso y porque muchos periodistas han encontrado en los mares una manera de “jugar a la guerra”, ya sea en versión lanchas de Greenpeace o parafernalia Allied Protector, se puede entender la cobertura internacional que se está haciendo del conflicto en el Golfo de Adén. Los “piratas” somalíes se han convertido en la justificación de un increíble despliegue militar-periodístico, injustificado si nos atenemos a los números del 2008: 36 asaltos con éxito, de 92, entre 20.000 buques.
¿Había tema y enemigo para llenar páginas en agosto? No, pero... ¿y qué?
Hace un par de meses que apenas tenemos noticias de secuestros de buques en las aguas próximas a Somalia. No nos llevemos a engaño. El brusco descenso de la piratería -dos secuestros desde junio, frente a los 29 de los primeros cinco meses del año- se debe a que el fuerte oleaje causado por el monzón del suroeste pone en peligro las frágiles embarcaciones piratas.
Si la generalización del uso del término “pirata” ya es cuestionable, en este caso la espectacularización y ficcionalización del conflicto se adereza con otros adjetivos (maleantes, bucaneros, bandidos, bases pirata) y una narración pseudomilitar: “La escena más parecida a una batalla naval la protagonizó la fragata india INS Tabar, que en noviembre hundió a cañonazos un buque pesquero tailandés después de avistar piratas armados a bordo”.
Se nota que el tío disfruta, pero igual hubiera sido mejor que se hubiera conformado con dirigir los ejércitos de clicks de Famobil, como hemos hecho los demás.
Dos páginas enteritas del diario, reportaje central, dedicado a explicar cómo podemos coger a los piratas, cómo y dónde juzgarlos...Sólo se le escapa una frase de contexto (esta ruta marítima crucial por la que transita el 20% del comercio mundial) y un párrafo (al final) que parece querer ser un análisis de las causas del conflicto, y que hace el abogado de un somalí:
Los somalíes no conocen la paz desde hace 19 años, la sequía es crónica y la violencia hace casi imposible la actuación de ONG y agencias que distribuyen alimentos, de las que depende más de la mitad de la población. Muchos creen que si Occidente no hubiera dejado incubar el caos en Somalia, ahora mismo no tendrían el problema de la piratería. Los pesqueros extranjeros han vaciado durante años los caladeros somalíes aprovechando el desorden del país.
Os invito a leer los comentarios a la noticia de algunos lectores ( los de El País, no me quiero imaginar los de La Razón), completamente imbuidos de la lógica guerrera y muy ilustrativos: "nada de juzgarlos para luego soltarlos y que sigan con las mismas atrocidades; un buen pepinazo y fuera", "no hay que juzgarlos, hay que hundirlos y punto”, "Yo también estoy cansado de oír siempre que la culpa de la situación en África la tiene "el primer mundo". Señores, que llevamos ya como especie al menos 50 mil años, no se puede estar mencionando toda la vida el colonialismo de los siglos XIX-XX como excusa; precisamente porque, según mi opinión, si hay algo de civilización por allí precisamente es debido a esa época... África ha sido un lastre, lo es ahora, y lo será mañana y dentro de 500 años".
Si alguien quiere hacer periodismo responsable, existen fuentes fiables en España y aunque algunos no lo crean, hasta agencias de noticias somalíes. Periodistas como Mohamed Abshir Waldo o Johann Hari han dado versiones alternativas de los hechos, y las ONG Oceana o Human Rights Watch pueden ayudar a un análisis complementario de las causas. Instituciones como el Real Instituto Elcano no puede ser más claras:
Según datos de la FAO para 2007, faenan ilegalmente en Somalia unos 700 buques extranjeros, con lo que disminuyen progresivamente las descargas locales de la pesca artesanal. La presencia masiva de estos buques que faenan de forma ilegal e incontrolada se apoyó en un sistema de licencias y de protección armada a cargo de los señores de la guerra que coadyuvó al auge de la piratería. La UE se ha comprometido a apoyar el desarrollo pesquero en la zona y a luchar contra la pesca ilegal pero hasta ahora no ha podido desplegar el sistema de supervisión que emplea en sus nuevos acuerdos de asociación pesquera. En realidad, la UE no ha podido cerrar ningún acuerdo pesquero con Somalia, por lo que pesca europea en la zona se ha realizado mediante acuerdos bilaterales –ilegales desde la competencia comunitaria y somalí- o directamente sin acuerdo, con lo que algunos grupos conservacionistas estiman una perdida de ingresos en torno a 94 millones de dólares anuales.
Y claro está que, si entramos en la lógica Walt Disney para explicar los conflictos internacionales, entonces seamos consecuentes y hablemos de piratas y de corsarios, como pide el Observatori del Deute...
Si a los somalíes entregados al arte del secuestro se les llama piratas, a estos actores invisibles se les podría llamar corsarios. Corsario es quien piratea pero con el apoyo claro de su gobierno por algún tipo de patente de corso. Me refiero a los pesqueros europeos, y en particular a los españoles, líderes mundiales en pesca ilegal industrial.
Otro elemento que mejoraría el tratamiento informativo sería cruzar las propias informaciones, entre compañeros: no hacía ni una semana que se había elaborado otro reportaje con el título ¿Renunciamos al pescado de los mares?, y hubiera estado bien descubrir que detrás de esta visión guerrera está nuestra necesidad de pescado sano y además barato.
Y no hay mejor cierre para este antipost que uno ya escrito por Frei Betto:
En el siglo 4 a. de C. un pirata fue llevado preso a la presencia de Alejandro Magno, quien le preguntó si quería convertirse en señor de los mares. El hombre respondió cuál era su intención: “Lo mismo que usted, haciéndose señor de las tierras; pero como mi barco es pequeño soy llamado ladrón; mientras que usted, que comanda una gran flota, es llamado emperador”.
Pues eso: piratas sólo los de Jack Sparrow, y guerras sólo las de los Clicks.
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