La reflexión de cómo conseguir una comunicación para el auténtico cambio social nos reunió a periodistas y ONGD en las Jornadas “Medios de Comunicación y el Sur en Palma de Mallorca el 28 y 29 de octubre de 2009. Empezamos hablando de la responsabilidad de los medios de comunicación en la imagen que se transmite de las realidades del Sur… y llegamos a la necesidad de un periodismo crítico. El público en la sala reivindicaba recuperar la ética y la capacidad crítica del periodista, “es de donde cojea la profesión. El resto de cosas, como la información, puede buscarlas cada profesional”.
“Entre el Norte y el Sur no hay un océano, sino un vertedero pleno de prejuicios”. Así se presentaban María Galindo e Idoia Romano, del movimiento feminista Mujeres Creando, un colectivo de mujeres referente en Bolivia que agita la política boliviana construyendo comunicación individual y creativa.
Reivindican el derecho a tener voz y acción propias, a encontrar el lenguaje que nos identifica y define como sujetos no intermediados para comunicarnos. Plantean la doble mentira sobre el norte y el sur: para entender la construcción de la imagen del Sur, es necesario que el Norte vea primero como se forjan las relaciones de poder en su propia sociedad y como funciona la lógica de los medios. Presentaron su emisora Radio Deseo (accesible desde internet en http://www.radiodeseo.com/ ). “Es un mito que los grandes medios de comunicación lleguen a mucha gente en Latinoamérica. Nos planteamos como objetivo llegar a toda la sociedad boliviana y no sólo a los sectores concienciados”, explicaba Idoia Romano.
Darnos cuenta de cómo los medios convencionales nos deseducan y del papel que tienen en la (re)producción de estereotipos fueron las reflexiones planteadas por Laura Navarro, doctora en Comunicación Audiovisual e investigadora del grupo Minority Media. "La representación del mundo árabe en nuestros medios, siempre incide en la parte catastrófica, sin contexto en la realidad social. El lenguaje utilizado y las imágenes que ilustran la información (siempre en grupo, en actitudes que sugieren violencia) favorecen una deshumanización que legitima el discurso de la invasión islámica. Son bárbaros." (Entrevista completa aquí )
Gervasio Sánchez, recientemente galardonado con el Premio Nacional de Fotografía 2009, denunciaba en Palma: “Los medios de comunicación son los primeros que hacen de la guerra un espectáculo. Se da una visión simple en función de sus intereses mediáticos. ¿Porqué lo que tiene que ver con la corrupción trasciende a través de los tribunales y no por los periodistas? El periodismo debe desbancar las estrategias de corrupción, sólo que las relaciones entre prensa, el poder político y económico son cada vez más obscenas.” (Entrevista completa aquí)
Javier Erro, especialista en comunicación para el desarrollo, dibujaba el panorama de agotamiento del modelo de medios de comunicación y del periodismo, la precaria situación de la profesión periodística (incluida su desfasada formación académica). Y, por otro lado, un modelo de solidaridad dominante y de cultura en las ONGD que desmovilizan.
Edmundo Sepa contaba su experiencia como colaborar de medios en temas de África. “Los medios en los que he trabajado me piden que sea un símbolo, “el negro que escribe en periódicos” y, a la vez, cumpla mi deber de informar, pero no hay libertad de expresión para los africanos”. El público de las Jornadas se preguntaba qué soluciones podían impulsarse y Xavier Giró, profesor de la Universitat Autònoma de Barcelona, planteaba el debate: “¿debe limitarse el periodista a informar? Para tener globalmente una buena información es necesario que los periodistas trabajen contracorriente en la mayoría de los grandes medios y hace falta también abrir y alimentar otros medios que operen con una lógica diferente.”. Pero, ¿es suficiente con las iniciativas de algunos periodistas que abren fisuras dentro de un discurso que a grandes trazos es deficiente?
Como Erro planteaba, medios y periodistas niegan en la práctica el compromiso que les corresponde con la construcción de ciudadanía, pero no pueden evitar que el público perciba cada vez más esa grave irresponsabilidad. Así que pende sobre ellos el riesgo de ahondar más su propia crisis. Erro apuntaba a la necesidad de medir y evaluar, crear observatorios de iniciativas y debates de fondo con una visión ancha que vaya más allá del sector. Es el momento de coordinar a los diferentes actores sociales para ponerse manos a la obra y dejarse de "apariencias" y manipulaciones.
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