El terremoto en Haití ha servido para que los medios de comunicación repitieran su manual de cobertura de desastres, sin aportar mucho más que morbo, lugares comunes o espectáculo. Los 5 requisitos indispensables para que el circo mediático se instalase en Haití, perfectamente descritos en '¿Qué hace Piqueras en Haití?', ha desplazado a cientos de reporteros/as a llenar horas de imágenes, hacer y hacerse la foto.
Mientras tanto, pocas ONG han salido en los medios como fuentes de información. ¿Acaso 'Haití' ha sido lo suficientemente grande como para regalarle el protagonismo a otro? Muy probable. Cuando el tema ya no interese a los medios y cubran el expediente con entradas esporádicas, ¿a quién recurrirán?
Entretanto, en las webs de las ONG ha habido multitud de mensajes y varias coincidencias.
En líneas generales, abunda la falta de información sobre el país, denuncias de causas o resposabilidades (imprescindibles, que sí encontramos en otros espacios). Su lugar, o mejor dicho el lugar protagónico está capturado por una comunicación que tiene componentes similares: autopromoción/protagonismo ("estamos haciendo, hemos ayudado, hemos enviado..."), información ambigua u obvia (grandes daños, grandes pérdidas, gran sufrimiento...), invitación a 'participar' ("pon nuestro banner en tu blog..."), y todo este pack, funcional a la recogida de fondos (dona/apadrina/hazte socio/a y listas de cuentas bancarias), grandes slogans legitimistas ("en Haití desde hace 30 años... 40 años cambiando la sociedad haitiana...") que de tan simples ofrecen en bandeja su propia trampa: tantos años de cooperación allí y ¿por qué Haití sigue siendo el país más vulnerable y desigual de América? ¿Y por qué casi ni lo sabíamos antes?.
Detrás, literalmente detrás, podemos encontrar información interesante, críticas o propuestas... Como este fragmento del blog 'Desde el terreno' "La segunda escena ha sido ver como una supuesta ONG de cuyo nombre no quiero acordarme, llegaba en una furgoneta al Campamento de Sainte Marie, abría las puertas traseras y empezaban a lanzar ropa usada a la multitud, que inmediatamente ha comenzado a gritar y pelearse por agarrar alguna cosa. Ha sido una situación que me ha hecho pasar vergüenza ajena. Parece que todo vale en estas situaciones, incluso trabajar sin ninguna planificación ni criterio, llevando a los más desesperados a comportarse como bestias sin ninguna necesidad; reduciendo a escombros también los restos de dignidad que les queda, y además marcharse orgullosos de estar ayudando al pueblo Haitiano y listas para plasmarlo en un informe. No solo necesitan agua, comida y ropa, están ávidos de respeto. Y a veces no lo encuentran bajo la bandera de “lo que sea pero cuanto antes”." O esta propuesta educativa en Intermón-Oxfam, o un caso de organización de voluntarios/as haitianos/as para proteger a las mujeres ante posibles violaciones. Pero, en general, para llegar a este tipo de contenidos se ha de sortear (y aveces cuesta demasiado) el escaparate de la donación.
Algunas organizaciones, en cambio, han colocado en primer plano la denuncia o la explicación de causas, y es de destacar. Tal es el caso de Acsur-Las Segovias, que ha centrado sus mensajes impulsando la campaña Quién debe a Quién?, al igual que el Observatori del Deute de la Globalització. O Veterinarios Sin Fronteras, con espacios como éste, o Ingenieros Sin Fronteras, aportando más información que la propia.
Son algunos oasis entre tanta comunicación difusora, individualista, promocional. Un modelo comunicativo copiado del mundo de la empresa (desde cuándo a la Coca-Cola le ha importado que reflexionemos más allá de 'con o sin azucar') o de la administración pública, que se ha propagado en exceso y no permite 'al sector' como tal avanzar en un discurso fuerte de impugnación a los modelos de desarrollo, o que se comunique con (y no "a") la sociedad más allá de la oferta de la donación. Mucho menos, facilitar espacios para que las sociedades se comuniquen entre si. O que los relatos sean de este estilo: "...nos recibieron desde el primer día con los brazos y las mentes abiertas, para ayudarnos a identificar y filmar las situaciones de la vida cotidiana que sirvieran para hacer entender a la gente en España que, incluso en las condiciones más desfavorables, con la naturaleza y el contexto nacional más adverso, la gente se organiza, demanda y promueve cambios y, sobre todo, trabaja y lucha por salir adelante, alimentar a sus familias y construir un país.".
Atrapados/as en estos modelos comunicativos, a los que hemos llegado en muchos casos por inercia, porque eso es comunicación, o no?, repetimos los mismos errores... ¿Por qué utilizamos indiscriminadamente fotos de niños/as haitiano/as? ¿Por qué la población local rara vez tiene nombre? ¿Se nos olvida acaso citar nombres y cargos de 'los nuestros'? ¿Podemos impugnar el modelo de desarrollo desde una comunicación que (incluso bienintencionada) mantiene las diferencias, la superioridad de quién ayuda a quién?
Si "estamos en Haití desde hace x..." ¿por qué no se utilizan las webs para dar información útil a las personas damnificadas? ¿O a haitianos/as residentes fuera de su país? Ellos/as también deberían ser nuestro público. O mejor aún, propiciar espacios de diálogo entre usuarios/as-personas en igualdad de condiciones.
Pero, ¿se puede conseguir? En el taller que realizamos en el FSCat (La crisis del discurso de la solidaridad: hacia una agenda social de la comunicación), entre todas las personas asistentes, concluimos que sí, y que la mayoría de las causas de no haberlo conseguido hasta ahora, están a nuestro alcance cambiarlas o que podemos influir para lograrlo. Pero eso sí, hemos de modificar el modelo comunicativo publicitarista, que divide a las personas entre objeto y audiencias y que las mantiene aisladas para ejercer de único interlocutor.
Y necesariamente, el camino comienza por derribar la pared que separa a los departamentos de comunicación y educación para el desarrollo o cooperación.
6 comentarios:
Gracias por la reflexión Leandro, y por una revisión del tema tan completa...
Aprovecho para comentar que en este marco, me sorprendió (gratamente) en las primeras semanas de la respuesta a la crisis una intervención en el programa de Antena 3 "Espejo Público" de un enviado de Mensajeros por la Paz que reclamaba a los medios, no solo un cambio de mensaje, sino incluso de presencia en el terreno. Un desplzamiento de Puerto Príncipe a lugares más al Sur, denunciando cómo el hecho de que los medios no informaran de forma completa facilitaba que la acción se centrara solo en "quedar bien frente a las cámaras" más que en una eficacia real...
Molt bon article. A mi em va semblar una gota enmig de l'oceà el testimoni final d'Antoni Bassas gravat en vídeo i publicat al web del 3cat24.cat. Crec que no el van passar per la tele, però ja ho podrien haver fet.
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