¿Y por qué este
post ahora? Porque estaba medio escrito y esperaba en la
recámara a que algún arrebato aparcara las urgencias para que este pobrecito blog
volviera a estar atendido :( Y porque Victoria Subirana, la profesora catalana que sirve de inspiración a la peli, estaba firmando ejemplares de su biografía este Sant Jordi.
Las buenas intenciones son lo peor para los
buenos guiones. Iciar Bollaín
quería hablar del derecho a la educación, pero acaba explicando un modelo de
cooperación muy poco transformador, donde el deseo de realización personal se
confunde con las necesidades ajenas.
Lo mejor de la peli:
- Los
paralelismos entre la vida de dos mujeres de diferentes culturas, pero ambas
machistas, que comparten una experiencia personal de cambio y liberación a través de la
educación.
- El
diálogo permanente entre la maestra occidental Laia i la maestra nepalí,
Sharmila.
- El
reflejo de cómo la educación fue y será uno de los ejes centrales del trabajo de
cooperación internacional, como palanca de cambio
imprescindible que es. Una historia larga de miles de profesores y educadores del
Norte y el Sur que siguen implicándose a diario en otros tantos proyectos
educativos, o en explicarlos en sus aulas.
- Que la propia peli disponga de una guía
educativa y de un blog dirigido a docentes, y que se conciba como herramienta
pedagógica.
Lo peor:
- Presentar la solidaridad con los
empobrecidos como una gesta de personajes heroicos y no como una
responsabilidad ética y política de comunidades, pueblos o países.
- Presentar una heroína solidaria occidental
que sabe lo que necesitan sociedades y comunidades que apenas conoce, sin
preguntarles, o haciendo servir un conocimiento vital y superficial, ignorante
de cuestiones políticas, económicas o culturales.
- Presentar un modelo de ONG-misión
personal que no precisa de organizaciones socias en el país donde se interviene, ni de base social o comunidades
de apoyo en su país de origen, recurriendo única y exclusivamente al gobierno y
a las instituciones internacionales para conseguir fondos, con el único aval de
su palabra y su perseverancia, transmitiendo una idea absolutamente falsa de las
exigencias de la administración para conceder fondos.
Los pases de la peli han devuelto a
los focos a una ONG sin más proyecto que solucionar los problemas de su
fundadora. Un encuentro Isabel Gemio-Victoria Subirana es un relato surrealista y confuso en el que se mezclan un marido maltratador, el embajador español, Intervida, y la
infanta Cristina y Urdangarin. Subirana no entiende de lógicas estructurales:
ella sólo quiere sacar adelante “su” proyecto que es “su manera de vivir”. Lejos
de la tradición abierta y comunitaria de la educación popular y concientizadora
de Freire, esta heroína “patenta” su método pedagógico y prepara la segunda
parte de su biografía. La denuncia de la corrupción del gobierno nepalí le
sirve para alimentar un discurso dañino sobre la cooperación que
dice que confiar en personal local es un peligro, y que el dinero debe enviarse
a través de gente como ella “dispuesta a dar la vida para defenderlo”.
Y sin embargo la auténtica protagonista
de libros y guiones debería ser siempre Sharmila. La profesora local que hace
equilibrios entre el respeto a la tradiciones, y la necesidad de cambiar lo
peor de ellas. Una Sharmila que cuestiona tanto a la arrolladora desarrollada, impulsiva y ególatra, como a su castradora y
clasista madre. Una Sharmila que ubica y traduce, y sin la cual las buenas
intenciones foráneas no sirven de casi nada. Esa es la gente de la que se
aprende, y la que cambia los mundos, aquí y en Katmandú. Esa gente y sus
proyectos es la que se acierta (o no) a identificar y a acompañar.
Las escuelas del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil hubieran sido mucho mejor modelo para hablar de educación para la emancipación. Por ejemplo.
1 comentario:
Estoy bastante de acuerdo con tu crítica...aunque creo que es algo contundente. Tienes toda la razón que es más un ejemplo de cooperación impositiva sin tener en cuenta los valores culturales y sociales de las personas autóctonas y sin disponer de una participación activa de estos para modificar y/o decidir su futuro.
Sin embargo, tampoco creo que Victoria no haga una buena labor creando esta escuela, ofreciendo ni que sea algo más de lo que esos niños podrían llegar a tener nunca. La casta de los Intocables en la India y Nepal está muy mal considerada, de echo ni se la considera...son personas totalmente excluidas de la sociedad y llevaran siempre una etiqueta consigo. Por ese motivo creo que la solidaridad y cooperación de Victoria, aunque pueda ser egoísta y egocéntrica, aporta grandes beneficios a ese colectivo.
Saludos!
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